Ortiguilla limpia, lista para freír |
Cuaderno del Gallinero de Sandra, tu restaurante en Sevilla. Creado bajo la dirección del chef Ignasi Dargallo y la redacción del escritor José Luis Rodríguez del Corral.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Ortiguillas
Las anémonas marinas reciben ese nombre porque parecen flores pero no lo son. No son plantas sino animales flor (antozoos, con forma de pólipo) y en la costa gaditana donde empezó su consumo se les llama con el nombre menos poético pero más exacto de ortiguillas, porque son tan urticantes como las ortigas. No se sabe desde cuando se conoce que la anémona mediterránea (anemonia sulcata), contra todo pronóstico, resulta comestible. Pero fue en la posguerra española, en el "tiempo de la jambre", que agudizó un ingenio ya acostumbrado a las penurias, cuando empezó a freírse en la Bahía de Cádiz. Tal vez sean las ortiguillas el plato más singular, más raro de la gastronomía andaluza. Ni a los mismos japoneses, tan acostumbrados a los nutrientes marinos, sean pescados o algas, se les ha ocurrido algo así. Las ortiguillas son hermosas vivas, en el mar y hacen honor a su nombre de anémonas, pero arrancadas de la roca donde tiene su hogar pierden color y se ponen más bien feas. Su aspecto no invita a tomarlas crudas y, efectivamente, es mejor no hacerlo. Hay que lavarlas bien en agua y vinagre antes de freírlas. Los tentáculos se aprovechan para que el frito quede crujiente y el interior se conserve gelatinoso, esa textura ha hecho que se las llame "sesos de mar". También se las ha descrito por su color verde, para alguien que no las había probado nunca, como "croquetas de espinacas que saben a marisco".
De marisco del pobre la ortiguilla ha pasado con justicia a considerarse un manjar exquisito, que no tiene un mayor consumo por su relativo desconocimiento y, sobre todo, por que no puede congelarse y pierde mucho envasada al vacío, así que se debe tomar casi "in situ". Es una suerte poder disfrutar de ortiguillas. En el Gallinero las
recibimos en agua de mar y el mismo día las ponemos en revuelto, dejando
que la ortiguilla limpia se empape en el huevo. Los que no la han
probado antes se quedan perplejos con el sabor a mar tan intenso y la
insólita textura. Los que sí la han probado siempre repiten.
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¡POR DIOS JAMAS SE LAVAN CON AGUA DULCE Y MENOS AUN CON VINAGRE!!!!! SE VENDEN EN AGUA DE LA MISMA MAR DONDE SE ARRANCARON Y HAN DE PASARSE POR HARINA DE FREIR Y FREIRSE CON ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA MUY CALIENTE!! PARA QUE SE FORME UNA COSTRA CRUJIENTE Y EL INTERIOR QUEDA BLANDO Y CON UN ENORME SABOR A MAR.... TAL VEZ SEA EL MARISCO QUE JUNTO A LAS OSTRAS MÁS SABE A MAR DEL MUNDO!!! RECORDAR JAMAS SE HAN DE LAVAR!!!
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